viernes, 21 de febrero de 2014

La candela y la señora del delantal!

El Viejo David, uno de mis maestros, nunca se aprendió mi nombre. En público me decía "el man". En privado me decía "la señora del delantal". Hoy quiero contarte cómo nació este apodo tan extravagante.

Una noche muy oscura llegué a dormir, como era mi costumbre cuando iba a visitar a mi maestro, a la casita vieja de la señora del delantal, una señora alcohólica que me daba posada a mi y a los borrachitos de Cahuita.

Cuando llegué me la encontré muy borracha, caminando casi a gatas alrededor de su casita, sosteniendo en sus manos una candela encendida. Respondiendo a mi pregunta me indicó que estaba buscando un encendedor para encender el fuego de su cocina de leña. La anciana estaba tan borracha que le costó mucho entender que ya no ocupaba seguir buscando, pues podía prender la leña con el fuego de la candela!

Al día siguiente en la playa le conté la historia al Viejo con mucha risa. El viejo se me quedó viendo muy serio largo rato y me dijo algo que nunca olvidaré.

"No debería reírse de la vieja" - me dijo tartamudeando - , "pues usted ha hecho lo mismo desde que lo conocí. Solo que ella tenía un rato de estar buscando la luz alrededor de su casita, en cambio usted, cuando llegó aquí, tenía seis noches y 7 días de andar buscando la luz con la candela".  "Se lo digo en serio" - dijo el sabio sonriendo - "así nunca va a encontrar lo que busca, y si lo encuentra, cómo lo va a coger si no suelta la candela?"

Te lo digo en serio. Así nunca vas a encontrar lo que quieres. Mejor suelta la candela y busca adonde está lo que ocupas!

Francisco... en el camino del alma!


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